|
Los secretos de la CIA: Cobain, Hutchance, Hendrix, Morrison... suicidio o asesinato? Hace tiempo que encontré este increíble documento, un artículo que, entre otras cosas ha reafirmado mis sospechas respecto a las acusaciones de pederastia vertidas sobre Michael Jackson, sin duda ha corroborado mi particular visión del tema. aquí os lo dejo, sacar vuestras propias conclusiones “Lennon, Hendrix, Jim Morrison... sus muertes llenaron de lágrimas los ojos de millones de admiradores en todo el mundo. Pero ese llanto hubiese sido de rabia de haberse sabido que estos músicos no encontraron sus trágicos finales como consecuencia de imprudencias o accidentes fortuitos, sino de un plan perfectamente organizado para poner freno a la contracultura norteamericana. Los grandes medios de comunicación americanos están infiltrados por agentes de la CIA y presuntos patriotas que encuentran muy poco conveniente que salgan a la luz historias sobre asesinatos políticos en Estados Unidos. Sin embargo, éstos existen y se relacionan directamente con las operaciones clandestinas que la CIA y el FBI han mantenido contra determinadas estrellas del rock en aras de una estabilidad social mal entendida. De todas formas los blancos de estas acciones sabían perfectamente que estaban en el ojo del huracán. De hecho, muchas de las víctimas sufrieron extraños episodios de paranoia antes de sus muertes. En 1980 el periodista Henrik Krüguer reunió un gran número de informaciones suprimidas dentro del entorno del partido Republicano. Según Krüguer “el asesinato se convirtió en un modus operandi bajo el mandato de Richard Nixon”. Durante aquella época en la Casa Blanca se constituyó un verdadero “Escuadrón de la Muerte” comandado por Howard Hunt, un asesino a sueldo de la CIA que solucionó para Nixon muchos “asuntos complicados”. Se sabe que sus métodos eran de lo más variado pero dado que el mejor asesinato es aquel que nadie llega a investigar, las “sobredosis de drogas” y los “suicidios” se convirtieron en sus favoritos. Todo comenzó en 1967, cuando un estilo de música cada vez más rebelde comenzó a fundirse con la política de San Francisco. Con la Guerra de Vietnam en pleno apogeo, las minorías raciales reclamando sus derechos y los soviéticos multiplicando su capacidad armamentística, no se podía tolerar que una pandilla de melenudos se pusiera a complicar aún más las cosas. El FBI, guardián de modo de vida norteamericano, decidió poner a trabajar a lo mejor de su departamento de operaciones clandestinas. Mientras que la CIA puso en marcha la “Operación Caos”, cuyo fin era terminar con el movimiento hippie o al menos volverlo inofensivo. La nación entró en un estado cercano al de la ley marcial después de que aparecieran aquellos jovenzuelos que se dejaban crecer la melena y se negaban a ser inmolados en el infierno asiático. Siguiendo las consignas de la CIA, la mafia recuperó el papel que ya interpretaba durante la ley seca, dirigiendo laboratorios clandestinos que abasteciesen el mercado de las drogas. Incluso se constituyó una “mafia hippie”, un grupo llamado “La Hermandad del amor eterno” que, liderada por el agente de la CIA Ronald Stark, llegó a hacerse con el monopolio de LSD en Estados Unidos; todo ello con el propósito de socavar los cimientos de la reciente revolución a golpe de alucinógeno. El investigador Mae Brussell, una verdadera enciclopedia viviente en materia de conspiraciones, comentó que el LSD era el motor de toda la operación. Se sospecha que Charles Manson, músico fracasado que supo reconducir su talento hacia la carrera de gurú de una secta de asesinos en serie, Bobby Beausoleil, un espécimen de no mucha mejor catadura, y el Beach Boy Dennis Wilson (encontrado ahogado en extrañas circunstancias) fueron algunos conejillos de indias empleados en esta operación. Pero el centro de este “festival” de la psicopatía alucinógena no era otro que Cass Elliot, líder de The Mammas & The Pappas e íntima amiga de los tres anteriores, cuyo cadáver fue encontrado en la habitación de un hotel víctima de un “paro cardíaco”. Su compañero Paul Kessner declaró: “Sabía demasiadas cosas sobre las conexiones criminales entre Hollywood, Washington y Las Vegas...”. En el Reino Unido las cosas no eran muy distintas. Allí, el mayor enemigo para el orden público eran los Rolling Stones. El acoso por parte de las autoridades fue tal, que finalmente los componentes del grupo cayeron en una trampa y fueron encarcelados por posesión de estupefacientes. Peor suerte corrió Bryan Jones (uno de sus miembros más carismáticos), que fue encontrado ahogado en su piscina el 2 de Julio de 1969. El caso fue archivado como “muerte accidental”. Justo 5 meses después del “accidente” de Jones, un festival de música celebrado en Altamont , cerca de San Francisco, acabó en una batalla campal que deterioró definitivamente la imagen del movimiento hippie. El responsable del desastre fue Ralph Barger , encargado de la seguridad y líder de la banda de motoristas conocida como “Los Ángeles del Infierno”. Hubo numerosos heridos y una joven resultó muerta a consecuencia de las puñaladas que el motorista le asestó cuando presuntamente alzaba una pistola contra Mick Jagger. Tiempo después Barger declaró ante un tribunal que llevaba años realizando “trabajitos” para las autoridades. Tal vez sabotear el festival de Altamont fuera uno de esos encargos. Con la juventud y la resistencia en el punto de mira de los sicarios de la “Operación Caos”, no es nada inverosímil que Jimmi Hendrix (el exótico y pacifista “Elvis negro de los 60”), se convirtiera en un objetivo prioritario. ¿Fue Hendrix asesinado mientras se encontraba bajo el efecto de los barbitúricos?. La versión que divulgaron los medios de comunicación fue la consabida sobredosis que tan oportunamente ha matado a tantas estrellas del rock. Sin embargo, el encargado de la autopsia del músico, el Dr. Bannister, reportó que en el momento de limpiar su esófago “cantidades ingentes de vino tinto salieron a través de su boca y nariz”. Asimismo encontraron gran volumen de esta bebida en sus pulmones. “Es notable -declaró el médico-, porque les aseguro que uno no tiene todos los días la ocasión de examinar un cadáver ahogado en vino. Tenía algo alrededor del cuello, creo que era una toalla, y también estaba empapada de esta bebida”. La hora de la muerte no coincide tampoco con la versión oficial que se ofreció a la prensa, y desde luego, los “detalles” proporcionados por el Dr. Bannister no fueron dados a conocer, dejando que el resto del mundo siguiera pensando en Hendrix como en un yonqui que murió ahogado en su propio vómito. El cadáver de Jim Morrison fue encontrado en la bañera de un hotel parisino a primeras horas de la mañana del 3 de Julio de 1971, dos años después de la muerte de Bryan Jones. A la mayoría de sus conocidos no les sorprendió, durante meses le vieron resignarse lentamente vencido por la desesperación y por una creciente paranoia. Las autoridades norteamericanas, preocupadas por su posición de liderazgo dentro del ámbito de la nueva izquierda, le habían estado acosando desde mucho tiempo atrás. Sin embargo, una vez más, la prensa señaló que el motivo de su muerte había sido una presunta “sobredosis”, cuando era de sobra conocido que Morrison, espantado por la muerte de Janis Joplin había renegado de las drogas. Algo tendrá que ocultar la CIA en este asunto cuando durante años ha mantenido a un agente suplantando la identidad del cantante, manteniendo operativos un pasaporte y varias cuentas bancarias para añadir el toque de surrealismo al asunto, alimentar la leyenda de una muerte fingida y desviar las sospechas de un asesinato político en toda regla. Pero no todos los “blancos prioritarios” de la CIA sucumbieron. La cantante folk Joan Báez, una de las más activas críticas que tuvo la participación norteamericana en Vietnam, sobrevivió a las amenazas de la “Operación Caos”. Tal vez esta deferencia se debiera a su padre, profundamente implicado en actividades clandestinas de la CIA en Irak. Frank Sinatra escapó varias veces de las garras de la CIA gracias a su íntima relación con la mafia neoyorquina, mientras que Bob Dylan decidió abandonar cualquier tipo de activismo político después de un accidente de motocicleta que a punto estuvo de costarle la vida. Peor suerte corrió su compañero Phil Ochs. El más radical de los cantautores estadounidenses terminó desarrollando un grave caso de esquizofrenia en la que su otra personalidad era John Train, un agente de la CIA cuya misión era nada más y nada menos que asesinar al propio Ochs Y el caso es que lo consiguió... El 9 de Abril de 1976 su cadáver fue encontrado ahorcado, sin ningún signo que evidenciara otra cosa que no fuera un suicidio. La “Operación Caos” no sólo se cebó con los músicos más reivindicativos, el mundo del cine también se vio implicado. El alocado e influyente estilo de vida de James Dean o los escarceos amorosos de Marilyn Monroe con el presidente Kennedy enseguida atrajeron la atención de la CIA... no hace falta decir cómo acabaron. Otro actor, Sam Mineo, fue apuñalado hasta la muerte el 12 de Febrero de 1976. Lo curioso de este caso es que Mineo también había comenzado a desarrollar ciertos sentimientos de “paranoia”, ya que se había embarcado en un proyecto cinematográfico para interpretar en el cine a Sirham, el presunto asesino de Bob Kennedy. La película trataría sobre la conspiración para asesinar al candidato a la presidencia, asi como el proceso de control mental al que Sirham habría sido sometido para cargar con todas las culpas. El asesino de John Lennon, al igual que Sirham, alegó enajenación mental como causa de su actuación criminal. Pero lo que nadie mencionó es que cuando tenía 19 años, Mark David Chapman había sido huésped de un campamento que por aquel entonces mantenía la CIA en Beirut. Otro hecho muy relevante con relación a Champman es que éste parecía haber sido un tipo corriente hasta que fue sometido a un programa de “modificación del comportamiento” en el hospital Castle de Hawai. El tratamiento incluyó el uso de torazina junto a la práctica de hipnosis, dos de las “recetas” favoritas de la CIA, desarrolladas a lo largo del programa MK-Ultra. Varios investigadores hablaron de una operación específica por parte de la CIA para acabar con Lennon y su nombre en clave sería “Operación Morsa”. Los analistas de la Central de Inteligencia tenían muy claro que lo que estaba en juego en este caso eran la identidad histórica y cultural de la contracultura y su ubicación en un lugar definido dentro del orden social. Por eso no se conformó sólo con la muerte del cantante, sino que además, llevó a cabo una intensa campaña de descrédito destinada a acabar con la imagen pública del malogrado artista. Fuera de los Estados Unidos, los ídolos tampoco estaban seguros. Peter Tosh, hijo de un predicador, trascendió sus humildes orígenes, al igual que Bob Marley, para convertirse en un agitador tremendamente influyente en pro de los derechos civiles. En 1975, durante una visita oficial a la isla, Henry Kissinger aseguró en un encuentro privado con el Primer Ministro jamaicano que “no existiría ningún intento de realizar operaciones encubiertas en contra del gobierno de Jamaica”. Los principales portavoces de la oposición al gobierno y líderes indiscutibles del movimiento rastafari fueron Bob Marley y Peter Tosh. El primero murió de cáncer, aunque son muchos los que sospechan que esa enfermedad bien pudo ser provocada. En cuanto a Tosh, 3 asesinos profesionales se presentaron en su casa y le fusilaron sin más. Pero el reggae no es la única música negra que ha sufrido las emboscadas del asesinato político. Una densa cortina de humo cubre todo lo relacionado con la muerte del rapero TuPac Shakur, acribillado a balazos en un semáforo de Las Vegas el 7 de Septiembre de 1996. Seis meses después sufriría la misma suerte The Notorius B.I.G.. Las letras de las canciones de estos dos raperos estaban convirtiéndose en un factor de cohesión y conciencia política dentro de los sectores más beligerantes de la comunidad afroamericana, y eso era algo que los responsables de Caos no podían consentir. Tampoco han sido los últimos casos, la trampa tendida a George Michael en los lavabos públicos de un parque de Los Ángeles; los extraños suicidios del líder de INXS, activista en movimientos como Green Peace y Amnistía Internacional; o de Kurt Cobain, alma del grupo Nirvana y, potencialmente una figura de la talla de Morrison o Lennon, nos hacen sospechar que la “Operación Caos” goza de un magnífico estado de salud”.
|
|